El otro día en una visita al mercado central, descubrí un nuevo tipo de tubérculo, Las alcachofas de Jerusalén, que ni son alcachofas, ni vienen de Jerusalén.
Su verdadero nombre es (Tuberosus del Helianthus), también llamado sunroot o sunchoke o topinambur.
En realidad, son unos tubérculos parecidos a las patatas, que nacen en las raíces de una especie de pequeño girasol amarillo que prolifera en los jardines de otoño.
La planta crecía silvestre en Nueva Escocia, hasta que un francés la encontró a mediados del siglo XVII y la trajo a Europa. Cuando la presentó por primera vez en el mercado de París, los franceses la bautizaron con el nombre de topinambour, el de una tribu de indios traídos también de América que eran exhibidos como curiosidad junto con la exótica hortaliza. Su sabor recuerda muchísimo a la alcachofa pero con una textura mas parecida a la patata o el boniato, su aspecto tiene bastante en común con el gengibre aunque no tiene nada que ver con él.
Tiene múltiples propiedades, entre ellas su bajo contenido en azúcares la hace indicada para diabéticos, puesto que el organismo humano no utiliza su carbohidrato principal, el contenido calórico es casi nulo por eso es apto para los regímenes hipocalóricos, también es rico en fósforo y en potasio. La harina de Topinambur carece de gluten , es ideal para el consumo de los pacientes celíacos y también para los diabéticos. Principios constituyentes 15% de glúcidos, casi exclusivamente de polisacáridos, inulina ( un tipo de fructosa), proteína, vitamina A y B, hierro.
Se suele consumir en puré, Los tubérculos, una vez limpios, se cuecen durante 20 minutos en agua y sal, se pasan por el chino y se añade un poco de mantequilla. Yo he decidido hacerla en una especie de mousse, con una combinación de cebolla confitada, nata, huevo y parmesano, (muy parecido al relleno de una quiche), enmoldado en moldes de sabarina y horneado al baño maría, montado en una base de pan tostado y rellenado por encima con crujiente de bacon y pan, dando un aspecto de semifrio salado. Para acompañar, shitakes confitadas, guisantes tiernos salteados en mantequilla y hojas de mostaza.